domingo, 26 de junio de 2016

MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE CORNELLANA, EN SALAS, ASTURIAS

El monasterio de San Salvador de Cornellana se encuentra en el concejo de Salas y es Monumento Nacional desde 1931.


Su estado es deplorable, aunque recientemente se ha rehabilitado la cubierta, lo que supone una mejora en sus condiciones.
El guía de la visita es Alejandro García Álvarez-Busto, arqueólogo que ha trabajado en el estudio del monasterio.
Se sabe que su fundación, en el año 1024, se debe a la infanta Cristina, hija del rey Bermudo II. Hay una leyenda sobre la infanta que cuenta que de niña se pierde y que la amamanta una osa.


Ese detalle aparece en el escudo que remata la fachada del monasterio. Pero también en un arco de la Puerta de la Osa que se encuentra en una ubicación que no es la primitiva.


Comenzamos la visita ante la fachada barroca del monasterio, con tres niveles rematados por un frontón con el escudo de Castilla.


La puerta y el balcón tienen molduras de oreja renacentista, que veremos en más sitios. Las columnas de orden compuesto.
El claustro es anterior, por lo que la fachada se superpone a la de la iglesia por no haber previsto su construcción en un principio.


Está en muy malas condiciones, es de estilo barroco, sobre el primitivo medieval. Tiene dos plantas, la baja con bóveda de cañón rebajada y la primera con balconada adintelada con molduras de oreja.


Frisos corridos y decoración vegetal es el adorno de los grandes pilares. Aunque hay muy pocos restos, en algún sitio se ve la pintura que decoraba el zócalo. El tejaroz con canecillos de madera.


El suelo de la planta baja está empedrado; cerca de la entrada a la iglesia hay un laberinto, típico de la época.
Entramos en alguna de las dependencias de los monjes, en muy mal estado, pero en el antiguo refectorio vemos donde estaba el grifo para los monjes con la fecha en que se puso.













Una curiosidad es que fue usado como cárcel en la Guerra Civil y se pueden leer gratis de los presos.
El primer piso está en peores condiciones, era donde estaban las celdas de los monjes, pero también la biblioteca, no podemos entrar, pero sobre el dintel de la puerta se conserva una pintura en bastante buenas condiciones.


En el centro un compás, común en esta época, con otros elementos por debajo, entre ellos unos libros y lo que parece un tintero con la pluma.
La biblioteca eran el foco de la cultura, en ella tenían muchos manuales de tecnología agraria.
En la Desamortización los libros fueron trasladados a la Universidad de Oviedo y se perdieron en el incendio de 1934.


En el exterior de la iglesia se pueden apreciar todas las etapas constructivas. Los tres ábsides semicirculares son románicos, con columnas entregadas, saeteras y decoración de canecillos. También es de esta época la torre, con función de campanario.


En la pared lateral, de mampostería medieval, vemos cegada la puerta de los muertos. Era por donde salían los féretros de los frailes hacía el cementerio.
La iglesia fue reformada en la segunda mitad del siglo XVII, es de planta basilical con tres naves, destacando por su altura, las laterales fueron elevadas en la reforma. Los pilares son cruciformes.


Las bóvedas de cañón están decoradas con pinturas al fresco de motivos geométricos. Tiene un coro elevado.
Al finalizar la visita nos vamos a Salas, capital del concejo. Precisamente la misma visita que conté para comenzar este blog que se cumple cuatro años.











Después de un paseo tenemos la comida en Casa Pachón, el menú, sus famosa patatas rellenas de carne, bacalao y postre casero. Todo buenísimo.




Por la tarde visitamos el museo de la Torre del Palacio de Valdés Salas, donde se conservan piezas de la iglesia de San Martín que se encuentra a poca distancia de la villa.















Valioso conjunto de piezas prerrománicas, muestra de la talla de la época.


También visitamos en el Palacio la sala de los mapas, con algunos tan antiguos como el Beato de Girona del siglo X.


Uno muy curioso es el Mapamundi de Hereford de 1285, con algunas imágenes simbólicas, como por ejemplo la de los Esedones, pueblos que comían los cuerpos de sus familiares muertos para que no los comieran los gusanos.


Para finalizar vamos a la Colegiata, que como he dicho ya había visitado y no voy a repetir.