Lo primero que hacemos es acudir a la Oficina de Turismo, situada en las Antiguas Escuelas, donde recibimos la información de las cosas que no tenemos que perdernos.
Esta oficina está al lado de los jardines "Heno de Pravia". Nunca se fabricó el jabón aquí.
La historia es que, al parecer, su creador Salvador Echeandiaga en uno de sus viajes, estando en Pravia, quedó cautivado por el aroma del heno recién cortado, haciendo investigar como comercializarlo.
Siguiendo las indicaciones, la primera visita es a la Ermita de la Virgen del Valle. Su construcción es del siglo XII, aunque fue reconstruida en el siglo XVI, con reformas y añadidos hasta el siglo XVIII.
Es de nave única con pórtico y una sacristía, añadida en el lateral derecho.
Alberga la imagen de la Virgen del Valle, patrona de Pravia, en el retablo obra del florentino Juan Bautista Portigiani, alumno de Donatello.
El retablo, renacentista, es de terracota pintada, del año 1569.
A continuación, desde el viaducto, contemplamos la Azucarera inaugurada en 1900, junto a la estación del Ferrocarril Vasco Asturiano, hoy FEVE. Tenía como fin rentabilizar los altos precios que el azúcar había alcanzado en España tras la guerra de Cuba.
Se identificaba por la gran chimenea de 45 metros de altura, que fue derribada por un rayo en 2005.
En la actualidad esta siendo rehabilitada con el proyecto de crear 300 viviendas, habilitar dependencias administrativas para el municipio y crear el museo del salmón.
De la antigua muralla, que rodeaba Pravia, solo queda su trazado circular que sirvió de base a la configuración urbana de la villa.
De sus puertas se conserva la de "El Cai", en la plaza Mª Cristina. En este sitio se hacia la audiencia pública de Justicia. Era la plaza y mercado general, y allí estaba en pie el rollo, bien grande, con sus gradas y argolla.
Seguimos el paseo por las principales calles de la villa. Destaca la calle de San Antonio, antiguo eje comercial, con casas particulares de finales del XIX y principios del XX.
El Ayuntamiento es un edificio neoclásico de 1779, proyecto de Ventura Rodríguez, en la Plaza de la Marquesa.
Tiene un patio central, con columnas octogonales y una fachada de dos pisos con un balcón volado que lo hace diferente.
En el centro de la villa se encuentra el monumento al Rey Silo. Fue quien en tiempos de la Monarquía Asturiana, trasladó la corte a Pravia en el 774, siendo durante unos años la capital del Reino.
Ya solo nos queda ver el conjunto barroco compuesto por el palacio de Moutas, la Colegiata y la Casa de los Canónigos.
Los apellidos del escudo son: Arango, Queipo, Inclán y Miranda.
Anexa al palacio está la Colegiata, formó parte del palacio hasta finales del siglo XIX que fue donada a la villa.
Es de tres naves con planta de cruz latina y crucero con cúpula. Tiene un pórtico abierto con tres arcos de medio punto, con una torre en el lado derecho.
Los retablos son barrocos, en el altar mayor se representan escenas de la vida de la Virgen y de la infancia de Cristo.
Tiene un Vía Crucis pintado por el artista asturiano Magín Berenguer, no podía dejar de nombrarlo pues fue profesor mio en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo.
Es de destacar su órgano barroco, su caja está ricamente adornada.
Al lado de la iglesia hay una pequeña capilla, dedicada a San Antonio, con un interesante Cristo tardo románico o protogotico, es decir de transición, siglos XII-XII.
Nada mas verlo lo reconozco por la posición de los pies, completamente cruzados. En la reciente visita a Toro he visto otro similar.
Otra imagen interesante está compuesta por tres figuras: Santa Ana, la Virgen y el Niño. Estuvo guardada mucho tiempo por parecer que se daba mas importancia a Santa Ana, al ser mas grande su figura que la de la virgen.
Termina nuestra visita con el regreso en tren a Oviedo. La vía discurre al lado del río con un paisaje precioso.
Muchas fotos son mías y algunas del buscador de Google.
Gracias por tus entradas. Estoy buscando fotos de la obra de mi abuelo, Bernardo Suarez, y los viacrucis fueron tallados en su taller.
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