viernes, 17 de agosto de 2018

RUTA LITERARIA DE "EL MAESTRANTE" ARMANDO PALACIO VALDÉS

Este verano la Red de Bibliotecas de Oviedo nos ha brindado la oportunidad de conocer más a fondo la literatura referente a nuestra capital, por algo se la conoce como "la bien novelada".

Nos reunimos en el Bombé uno de los paseos del Parque de san Francisco, junto a la Fuentona inaugurada en 1875 y que fue un homenaje a las fuentes del Naranco.  La novela protagonista de hoy es "El Maestrante" de Armando Palacio Valdés, publicada en 1993 donde el escritor escogió el topónimo Lancia, aunque esto no veló sus intenciones de retratar un Oviedo donde proliferan las tertulias con todo tipo de personajes.


En el capítulo quinto hay una clara alusión a esta zona del parque donde nos han citado.
"El Bombé estaba desierto en aquella hora. Era un paseo amplio en forma de salón, recién construido en lo alto del famoso bosque de San Francisco, desde donde se señoreaba todo. Éste bosque de robles corpulentos, añosos, algunos de los cuales pertenecían a la selva primitiva donde se fundó el monasterio que dio origen a Lancia, servía de sitio de recreo y esparcimiento a la población, hasta cuyas primeras casas llegaba. Permaneció siempre en lamentable abandono; pero la última corporación municipal había llevado a cabo en él magnas reformas que le habían valido los aplausos de los espíritus innovadores: Un paseo, algunos jardincillos alrededor y una calle enarenada entre los árboles que le ponía en fácil comunicación con la ciudad"
Así lo describe Palacio Valdés en su novela.


https://www.elcomercio.es/oviedo/oviedo-maestrante-20180731001128-ntvo.html
En el artículo del periódico se ve la foto del grupo delante de la escultura con Chelo Veiga estupenda guía.
Atravesamos el parque para reunirnos de nuevo delante del busto de Armando Palacio Valdés, para un pequeño semblante de su vida. Nació en Entralgo, Laviana en 1853, precisamente el libro que yo he leído es una edición del centenario. En 1865 se traslada a Oviedo para estudiar el bachillerato y permanecerá cinco años en casa de su abuelo. Aquí conocerá a otros importantes escritores.En aquella época el bachillerato se estudiaba en la Universidad que tenía una espadaña con campana, pero en 1867, primer curso de Palacio Valdés en ella, se cambia por la torre observatorio que tiene en la actualidad.


Será en octubre de 1870 cuando se desplace a Madrid para estudiar derecho y ya su vida estará ligada a la capital.
Fue académico de la lengua en 1906 y dos veces nominado a los premios Nobel en 1927 y 1928. En el enlace un resumen de su vida.
http://www.cervantesvirtual.com/portales/armando_palacio_valdes/autor_biografia/
La siguiente parada en la Calle del Carpio, la más antigua de Oviedo, donde vivían las señoritas de Meré, Carmelita y Nuncita que al parecer reflejan unas tías de Palacio Valdés.


"Desde tiempo inmemorial tenían costumbre de recibir en su casa por la noche a la juventud de Lancia, particularmente a los muchachos que se placían en asistir por la grandísima libertad que allí disfrutaban. Por acuerdo tácito todos ellos las tuteaban. Y era en verdad peregrino el oír a los chicuelos de diez y ocho años hablar con tal familiaridad a unas viejecitas que pudieran ser sus bisabuelas. Carmelita para aquí, Nuncita para allá porque la más anciana se llamaba Doñ. Carmen y la más joven Doñ. Anunciación. Tres o cuatro generaciones habían pasado por aquella salita de la calle del Carpio, modesta y aseada, con el pavimento de madera encerada, sillas de paja, sofá de damasco encarnado, cómoda de caoba atestada de chirimbolos, espejo con marco de carey y diversos cuadritos al pastel representando la historia de Romeo y Julieta. La tertulia de las Meré era la más antigua de Lancia"













De allí nos vamos a ver donde era la casa del abuelo de Palacio Valdés en la calle Ecce Homo, en el segundo piso desde donde veía la plaza (del Paraguas) y la iglesia románica de San Isidoro del mercado. En el bajo de la casa había una carpintería.


Y por fin el principal escenario de la novela en la calle Santa Lucia (Santa Ana), el Palacio de Velarde, hoy Museo de Bellas Artes de Asturias, en la novela palacio de los marqueses de Quiñones de León.
La calle Santa Lucia, con ser de las más céntricas, es también de las más solitarias. Está cerrada en su terminación por la base de la Torre de la basílica, esbelta y elegante como pocas en España, y sólo sirve de camino ordinariamente a los canónigos que van al coro y a las devotas que salen de misa de madrugada. En esta calle, corta, recta, mal empedrada y de viejo caserío, se alza el palacio de Quiñones de León. Era una gran fábrica oscura de fachada churrigueresca, con balcones salientes de hierro. Tenía dos pisos, y sobre el balcón central del primero un enorme escudo labrado toscamente y defendido por dos jayanes en alto relieve tan tosco como sus cuarteles. Una de las fachadas laterales caía sobre pequeño jardín húmedo, descuidado y triste cerrado por una tapia de regular elevación; la otra sobre una callejuela aún más húmeda y sucia abierta entre la casa y la pared negra y descascarillada de la iglesia de San Rafael.



La iglesia a la que se refiere es la de San Tirso, al final de la calle de Santa Ana, que tiene su entrada por la plaza de la Catedral.


La siguiente parada y la última fue delante de la casa de la Rúa del siglo XV, el edificio civil más antiguo de Oviedo. Es donde Palacio Valdés sitúa a los condes de Onís y que describe con todo detalle.
El palacio de los condes de Onís merece especial mención en esta historia. Es un edificio antiquísimo, el más antiguo de la ciudad en unión de algunos restos de la primitiva basílica que aún quedaban en pie. No se había salvado otra cosa del horroroso incendio que en el siglo XIV había destruido la población. Su aspecto más era de fortaleza que de mansión. Pocas y estrechas ventanas cortadas por columnas de piedra, distribuidas caprichosamente por la fachada; una pared lisa de piedra, ennegrecida por los años; algunos agujeros cuadrados cerca del techo, a guisa de aspilleras; una gran puerta de medio punto reforzada con grandes clavos de acero. Por dentro era inmensa y tenía más alegría. El patio ancho, más ancho que la calle. Por la parte trasera la luz del medio día bañaba sus ventanas. Los árboles de la huerta metían las ramas por ellas, sirviendo de fresca cortina para templar sus rayos. El conjunto de aquel vetusto caserón ofrecía misterios y encantos singulares para los lacienses dotados de imaginación, en especial para los niños, únicos seres que conservan, en nuestra edad prosaica, la fantasía despierta. Su fachada, si es que tal nombre puede darse a aquella lisa pared con pequeños huecos tirados a granel, daba a la calle de la Misericordia, una de las más céntricas de la ciudad. Una de las ventanas, quizá la más ancha, enfilaba la calle de Cerrajerías, y por ella se veía la catedral lejos.



Hoy no hay tal calle de Cerrajerías púes las casas que la cerraban por la izquierda ya no existen, ahora tenemos  una gran plaza.
Para terminar se nos habla de la finca de los condes de Onís que se sitúa a las afueras de Oviedo al parecer por la zona de la Vega.
Denominábase la Granja: distaba poco más de dos kilómetros de Lancia, tenía una casa grande y vieja y destartalada, a espaldas de ella un hermoso bosque de robles y delante grandes y feraces praderas.
Aquí terminamos el recorrido, ha sido estupendo con lecturas en cada parada, con textos más largos de los que yo añado para dar una idea de la historia que cuenta el libro. Yo he disfrutado mucho púes hace pocos días que terminé su lectura y por eso tenía anotada otra calle más que voy a añadir. Estamos al lado de ella es la calle de Cimadevilla, en el libro Altavilla.

El café estaba situado en un piso principal (por aquel tiempo no se usaban los bajos para este destino) de la calle de Altavilla, casi enfrente de la casa de D. Juan Estrada Rosa. Esta era grande y suntuosa, aunque no tanto como la que había construido don Santos. La del café vieja y de ruin apariencia. El local que ocupaban los parroquianos, una sala donde estaba la mesa del billar y dos gabinetes a los lados con algunas mesillas de madera para el consumo, todo sucio, lóbrego, sobado.



Al final nos recomiendan del mismo escritor "La novela de un novelista" subtitulada "Escenas de la infancia y adolescencia" y la casualidad ha hecho que a los pocos días la encuentre en una librería de Oviedo. La tengo pendiente de lectura, espero que me guste como la anterior.

Jayanes: personas robustas y de mucha fuerza.

Cuarteles: cada una de las divisiones en que se compone en escudo.

Aspilleras: abertura vertical, estrecha y profunda, practicada en algunos muros o murallas defensivas, así como en las torres de los castillos o incluso en algunas almenas, para permitir disparar flechas con arco o bien con ballestas.

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